Tu hijo necesita más que nunca que a su alrededor todo sea sólido y estable en su círculo de amigos y también en el hogar. Ningún padre puede vivir sin aprensión esos momentos, pero para madurar el niño necesita escapar del control paterno.
Cambia tu actitud. Mientras no te controles, cualquier esfuerzo por razonar con él será en vano. No se llega a ningún sitio con gritos y palabrería.
Tú debes ser el primero en dar ejemplo y demostrarle que eres capaz de mantenerte tranquilo en situaciones de tensión y de estrés. Perder el control destroza la posibilidad de seguir dialogando para resolver el conflicto.
Aprenderás técnicas que te ayudarán a vincularte mejor con tu hijo, a lograr una mejor comunicación, una convivencia más armónica en el hogar, y veras que con el tiempo se irá formando un adulto digno y feliz».